Otro mes en el que la climatología acompañó, días muy claros, cumbres bien bonitas, y los almuerzos... en su línea. Son los elevados picachos de Cabrera vistos, por vez primera para mí, desde dentro. Nada que ver con lo que se aprecia desde la autovía.
La cueva del Tío Gregorio, excavada en piedra, merece mención aparte. Algún día nos tendremos que plantear pasar allí una noche. Por cierto, en tal caso, Dania creo que tendría que dormir dentro, porque ya sabéis que me para mí, es muy pequeñita, mi chiquitilla.
